San Petersburgo |
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Envuelta en las brumas de invierno o iluminada por el sol de medianoche en verano, espera al visitante una de las ciudades más bonitas del mundo, más cargadas de historia, de tradición y de recuerdos. Durante tres siglos del crecimiento y desarrollo impetuoso, pasando por inesperados virajes históricos y siempre escogiendo su propio camino, San Petersburgo se ha formado como "una ciudad eterna", inconfundible por su belleza y su armonia. San Petersburgo ha conservado en su aspecto moderno las huellas de muchas épocas históricas. Durante tres siglos crecieron varias generaciones, existieron diferentes regimenes políticos y sistemas económicos, pero el espíritu de la ciudad se conserva intacto. Muchos escritores y pensadores, viajeros y científicos deseaban descubrir en qué consiste el misterio y la atracción increíble de esta ciudad, su originalidad inconfundible y su capacidad de hechizar los corazones humanos. A San Petersburgo le daban muchos epítetos, pero ninguno puede transmitir toda la escala poliedra de las peculiaridades de la ciudad. San Petersburgo es una ciudad multifacética, cada una de sus famosas características tiene su base real. San Petersburgo es la ventana rusa abierta a Europa, majestuosa ciudad imperial de Pedro el Grande y la dinastía de los Romanov, donde cada piedra es histórica. La ciudad fue construida con un esfuerzo increíble en una zona pantanosa y gélida que sufría de los vientos de norte y las inundaciones. En ese lugar imposible Pedro el Grande quiso fundar no sólo una ciudad, sino una idea de la ciudad: la moderna capital que, creía, necesitaba Rusia. Es la ciudad más europea del país creada como un puente, por el cual en la vida rusa han entrado muchos valores de la civilización europea. Petersburgo fue planeada, diseñada, construida y decorada íntegramente por arquitectos e ingenieros de Francia, Italia, Holanda, Inglaterra... Es la ciudad de famosos museos y palacios aristocráticos, hermosos parques, majestuosos templos y magníficos monumentos. La ingente cantidad de puentes, palacios, iglesias, monumentos, museos y edificios de toda índole hacen de esta urbe un destino único. No es casual que a San Petersburgo le llamen a menudo "el museo al aire libre". Construido tomando en cuenta los logros más nuevos de la arquitectura europea, la ciudad sobre el Neva atrae por su asombrosa armonía y originalidad. La sinfonía de piedra de sus palacios, plazas y calles, las agujas doradas que despuntan sobre el cielo frío de norte, el agua de sus canales, los puentes con barandillas caladas - todo esto crea la atmósfera inconfundible de San Petersburgo. El agua es un elemento primordial en la ciudad que se levanta sobre 42 islas. Como Amsterdam y Venecia, fue levantada sobre una red de canales. Sobre el entramado de canales y vías fluviales, un amplio abanico de puentes enlaza las islas de la ciudad. El horizonte de San Petersburgo está dominado por las agudas flechas doradas que parecen disparadas al cielo desde la fortaleza de San Pedro y San Pablo, construida antes que la propia ciudad, y desde el imponente edificio del Almiratazgo, símbolo del poder marítimo y militar del país, situado en la orilla meridional del río Neva, donde vienen a morir las principales avenidas de la ciudad. Junto al Almirantazgo, siguiendo la orilla del río, se encuentra la fachada del famosísimo Ermitage, antigua residencia de los zares, hoy convertido en uno de los mayores museos del mundo que encierra en sus salones y vitrinas cerca de 3 millones de obras de arte. Muy cerca, en la plaza de los Decembristas, puede admirarse una gigantesca estatua ecuestre del fundador de la ciudad Pedro el Grande, conocida como el Caballero de Bronce. Enfrente se alza la imponente cùpula, rodeada de campanarios, de la catedral de San Isaac, el mayor monumento religioso de la ciudad, capaz de acoger a catorce mil fieles. Pero San Petersburgo tiene mucho más. Basta vagar a lo largo del canal Moika para toparse con el palacio de los príncipes Yusupov donde encontró la muerte el famoso Rasputin, en mala hora válido del último zar. O pasear por una de las orillas del canal Griboedov, encajonado entre casas y rico en perspectivas siempre nuevas, que atraviesa una de las zonas más recogidas y silenciosas de la ciudad y llegar hasta el popular barrio que se extiende en torno de la plaza del Heno, habitado por pequeños comerciantes, empleados y artesanos y descrito por Dostoevski como la otra cara de la suntuosa fachada de la ciudad, donde andaba Raskolnokov, el personaje principal de su "Crimen y castigo" tras asesinar a la vieja prestamista. O atravesar el Neva y adentrarse en la isla Vasilievski, sede de la Universidad donde trabajó el famoso químico, inventor de la tabla periódica de los elementos, Dmitri Mendeleev, donde se examinó Lenin y de cuyas aulas salió el antiguo coronel de la KGB, recientemente aupado a la presidencia del mayor país del mundo. O caminar a lo largo del malecón de Pedro, frente a la Escuela de Marina, donde se halla apaciblemente atracado el crucero "Aurora", el barco que inició la Revolución de Octubre con un cañonazo sobre Palacio de Invierno. O disfrutar del fenómeno de las famosas "noches blancas", jornadas en las cuales el sol nunca se pone del todo, a las que tanto ensalzaron Pushkin y otros poetas rusos. A las doce de la noche podrán seguir gozando de esta preciosa ciudad, de sus canales y paseos, de sus numerosos bares y restaurantes a plena luz del día. Uno de los rasgos más especiales de esta maravillosa ciudad es su magnifica capacidad de estimular la imaginación y la creación humana. No es casual que la llamen "la ciudad de las musas", la ciudad de los poetas y los mùsicos, los pintores y los artistas. Es la ciudad de Chaikovski y Musorgski, Shostakovich, Shaliapin y Nijinski. Con San Petersburgo está ligado el destino y la creación de muchos poetas y escritores famosos: Pushkin y Dostoievski, Lérmontov y Blok, Yesenin y Gogol, Ajmátova, Nekrasov, Nabokov, Zóschenko y muchos otros. El recuerdo sobre ellos y sus personajes literarios se guarda en diferentes lugares de la ciudad moderna, muchos de los cuales hasta ahora tienen el mismo aspecto que en los siglos pasados. Paseando por la ciudad es facil entrever antiguas estampas extraidas de las obras famosas. Solamente aquí se puede comprender el verdadero sentido de estas, ya habituales expresiones como "San Petersburgo de Pushkin ", "San Petersburgo de Dostoievski", "San Petersburgo de Gogol", sumergirse en el pasado literario de la ciudad. Solamente aquí se puede tomar café en la antigua cafetería de Wulf y Beranger tan querida por Pushkin, contar los pasos de la casa de Raskólnikov hasta el apartamento de la vieja prestamista, asesinada por él, parar al lado del portal de gala descrito por Nekrasov, dar una vuelta por la avenida Nevski, tan pintoresca en las obras de Gogol. "La ciudad inventada, la más fantástica y premeditada del mundo", - decia el gran escritor ruso Fiodor Dostoievski. La red finísima de las lluvias que enreda las casas, el manto de las sortílegas noches blancas, la arquitectura majestuosa que aplasta por su tamaño, - todo esto da a la ciudad sobre el Neva el carácter enigmático y místico, sirve de base para el mito eviterno de Petersburgo. Por eso a veces la ciudad da la impresión de ser la capital de las nieblas, de los sueños, de las sombras desaparecidas, tiene el aspecto de las decoraciones gigantescas de la grandeza antigua. Sobre todo esto se siente a la hora cuando el sol se derrumba y las sombras se alargan, cuando las farolas se disputan la creciente oscuridad y el bronce oxidado de las cùpulas proyecta sobre el casco histórico el recuerdo de los tiempos pasados y San Petersburgo recrea una atmósfera de reliquia antigua. Al mismo tiempo San Petersburgo siempre fue una megápolis norteeuropea, ciudad de los empresarios y comerciantes, navegadores y banqueros, revolucionarios y criminales. Durante los siglos la ensalzaban y decantaban, despreciaban y lloraban por ella. A San Petersburgo le tocaron las pruebas severas, que nunca había sobrevivido ninguna otra ciudad del mundo. La ciudad se convirtió en uno de los escenarios políticos más importantes de la historia del siglo XX. Mientras se desarrollaba la primera guerra mundial, la ciudad era sacudida por incontables huelgas, abdicaba el zar, Lenin arribaba en tren para encabezar la nueva revolución, el 25 de octubre de 1917 el crucero "Aurora" disparaba contra el palacio de Invierno, sede del gobierno provisional, los revolucionarios asaltaban el palacio y establecían en Rusia el poder soviético, Lenin clausuraba la capitalidad de San Petersburgo que volvía a Moscu. La ciudad, luego llamada Leningrado, decayó poco a poco y sufrió un terrible asedio durante la segunda guerra mundial - casi tres años entre tenazas del sitio fascista, constantemente arriesgándose ser borrada de la faz de la tierra por las bombas y los proyectiles alemanes. El cerco de 900 días causó enormes pérdidas entre la población pacífica y sus sufrimientos sobrehumanos, pero el espíritu de sus habitantes seguía inflexible. De todas las pruebas la ciudad se recuperaba constantemente, como el ave Fénix, legendario símbolo de la inmortalidad y de la resurrección. Tras la perestroika la ciudad recuperó su nombre inicial. Hoy San Petersburgo, como antes, sigue siendo la capital cultural de Rusia, donde se encuentran los museos mundialmente famosos, muchos teatros y salas de conciertos, todo el año pasan las exposiciones de artes plásticas y diferentes festivales. Es el centro del pensamiento científico donde se conservan y se desarrollan las mejores tradiciones de la ciencia y la formación nacional. Es el centro de la actividad comercial, de las innovaciones y las nuevas tecnologías, donde la energía rusa se combina con los estandares mundiales. En 2003 San Petersburgo celebró su tercer centenario. Los festejos del tricentenario de la "capital norteña" de Rusia fueron un espectáculo magnífico y extraordinario. El presidente Vladimir Putin propuso que precisamente en esta temporada de noches blancas se celebrara la Cumbre de los jefes de Estado de Europa. Varios líderes europeos se reunieron en la ciudad de Pedro. La UNESCO dedicó el año 2003 a San Petersburgo que ahora no es sólo una "ventana a Europa", como lo fue hace 300 años, sino una ventana abierta de par en par a todo el mundo, el conservador del gran patrimonio histórico y cultural de la humanidad y, al mismo tiempo, una ciudad dinámica, orientada hacia el futuro.
Cada año a San Petersburgo vienen unos 3 millones de turistas. Visite San Petersburgo, y verá de qué manera tan asombrosa aquí se cruzan la historia y la actualidad. Los monumentos de cultura y de arte, los lugares ligados a los nombres
de grandes personajes le darán muchas impresiones nuevas. Si su visita está ligada con su trabajo, le deseo de todo el corazón muchos éxitos en sus negocios. Y si su objetivo
es conocer más profundamente la ciudad y a su gente, Ud. tiene a su disposicion nuestros museos y teatros, numerosos lugares de descanso, las avenidas y las plazas de la ciudad y,
claro, la cordialidad, la buena voluntad y la hospitalidad de sus habitantes, entre los cuales espero que encuentre a nuevos amigos.
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